jueves, 3 de noviembre de 2016



A continuación, me gustaría plasmar en mi blog este enorme poema que a escrito Damián Alcolea y que dedica a todas las personas que padecen TOC y cualquier tipo de trastorno mental.
Gracias Damián por seguir iluminando nuestros caminos



ME HICIERON CREER

Me hicieron creer.
Me hicieron creer 
que era diferente. 
Me hicieron creer 
que era más lento que los demás. 
Me hicieron creer 
que incluso podía ser peligroso.

No me dijeron que era único. 
Que mi modo de navegar la vida era especial. 
Que ningún barco se parecería jamás lo bastante al mío. 

Me hicieron creer
que tenía motivos para avergonzarme. 
Para esconderme. 
Para bajar la cabeza 
como un humillado polizón 
y dejar así que otros dictaran mi ruta.

No me dijeron que 
yo soy el capitán de mi vida. 
Que mi embarcación, 
aunque quizás desconchada, 
flota y navega. 
Que para llegar a mi destino, 
solo he de mirar al frente 
con la cabeza bien alta 
y los ojos cargados de sueños. 

Me hicieron creer que era débil 
y que podían hundirme con facilidad. 

No me dijeron que dentro de mí 
late la resiliencia de quien batalla 
contra una parte de sí mismo
y de quien ha sobrevivido 
a diez mil tormentas. 
Y que esa fuerza me haría resurgir 
de las profundidades cada vez 
con más determinación, 
dignidad y grandeza.

Me hicieron creer 
que no encontraría jamás para mí 
una diminuta isla 
en este basto océano de la vida. 
Y que mis talentos nunca serían valorados.

No me dijeron que todos 
tenemos al menos un don.
Al menos uno, 
que espera ser cultivado, 
nutrido y usado. 
Que ese don es único y especial 
y tiene su lugar en el mundo. 
No me dijeron que yo no necesitaba encontrar una isla 
con puertos en los que atracar. 
Porque todo el mar es mi hogar. 
Y todos los marineros, 
que luchan cada día en el océano embravecido de sus mentes, 
son mi familia. 

Me hicieron creer que no merecía 
el amor de los demás. 
Que jamás encontraría un alma compañera 
porque jamás nadie 
me querría si llegaba a conocer mis tormentas.

No me dijeron que hay personas 
que tienen la capacidad de mirar más allá 
de los efectos secundarios
del más intenso oleaje. 
Marineros que no se dejan asustar 
por una simple marejada. 
No me dijeron que es en esto 
en lo que consiste el verdadero amor. 
En aceptar al otro en sus naufragios. 

Y al final me di cuenta de que yo no necesitaba que nadie me dijera nada. 
Y me hice sordo a las palabras feas, 
a los malos consejos y a los prejuicios 
de una tripulación aún adolescente. 
Eduqué mi oído 
para solo escuchar 
el gps de mis sueños
y seguí navegando. 

Y en los mares de la vida, 
un día encontré un mensaje enterrado 
bajo los cantos de sirena 
de mi mente: 
Eres suficiente. 
Eres valioso.
Eres perfecto.

Y ya no me importó lo que me hubieran hecho creer. 
Porque a partir de entonces, 
solo existe este momento. 
Solo existe este lugar. 
Solo hay aquí y solo hay ahora. 
Y en el aquí y ahora de mi vida,
tengo que luchar 
muchas batallas cada día 
y ganar muchas guerras 
a la más insondable oscuridad. 
Pero sé -en mi corazón sé- que
soy suficiente. 
Soy valioso.
Y soy perfecto.

Y sé que también lo eres tú. 

Damián Alcolea

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